miércoles, 16 de abril de 2008

La Isla de Sacrificios en la Independencia de México

IMG_0290 Consumada la independencia de México después de once años de cruenta lucha con la entrada victoriosa del Ejército Trigarante a cuya cabeza, iba el generalísimo don Agustín de Iturbide el memorable 27 de septiembre de 1821 aún permaneció el Castillo de San Juan de Ulúa en poder de los dominadores españoles, que reconocían como jefe al brigadier don García Joseph Dávila. Se independizó la ciudad pero no así la fortaleza, constituyendo desde entonces un serio problema para las autoridades supremas del país que surgía a la vida en forma autónoma.

A Dávila vino a sustituirlo en el mando de la Guarnición del islote el mariscal Francisco Lemaur, hombre de arrogante empaque, genio enfurecido y seño adusto, que creyó ingenuamente no solo poder amenazar con su presencia al Gobierno del República sino apoderarse con relativa facilidad de la ciudad.

Cuando llegó a tomar posesión de su cargo, vio que la realidad era muy distinta porque Veracruz se había aprestado para una heroica defensa Entonces sin dejar su actitud fanfarrona, se dedicó al lucrativo negocio del contrabando, en perjuicio de nuestro erario valiéndose de su privilegiada situación en Ulúa, en donde era amo y señor. Pretendió después adueñarse de la isla de Sacrificios sin conseguirlo y al darse cuenta de que el gobernador de Veracruz, Villaurrutia, proseguía activamente las obras de fortificación de la plaza, desató sobre ésta un terrible bombardeo sin la menor compasión para el vecindario pacífico, reduciendo los principales edificios a humeantes escombros El violento cañoneo se inicio a las doce y media del día 25 de septiembre de 1823. Desde la fecha trágica hasta el 13 de octubre, se dispararon contra la injustamente castigada Veracruz unos seis mil tiros de bala rasa, de calibres 36 y 24, y cuatrocientas balas de 4 pulgadas.

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