viernes, 26 de diciembre de 2014

El Contador Publico según J.M.R.R:

El Contador Público,  de origen,  por esencia, está revestido de un hábito de honradez, de pulcritud, de exactitud, lo cual trae como consecuencia que desde ese momento el compromiso consigo mismo y con la sociedad sea muy estricto.
En su vida profesional está regido particularmente por un código de ética personal y como parte de un gremio, por el código de ética del Instituto Mexicano de Contadores Públicos (IMCP).
Para la aplicación de estos códigos de ética, el Contador Público en su toma de decisiones puede o no, hacer gala de su deber moral. Queda a su libre albedrío elegir entre ser o no ser un Contador Público en toda la extensión de la palabra. 
El Código de Ética profesional del Contador Público en sus postulados hace hincapié en las características de personalidad que debe guardar como profesionista. El Contador debe ser: imparcial, responsable, educado, confiable, honorable, leal, respetuoso, profesional, objetivo, prudente, honrado, laborioso, capaz, discreto, mesurado, eficiente, eficaz, independiente, digno y veraz,
El mismo Código de Ética Profesional (2002) del IMCP expresa en el artículo 1.01 lo siguiente:
Los contadores públicos tienen la ineludible obligación de regir su conducta de acuerdo a las reglas contenidas en este código, las cuales deberán considerarse mínimas, pues se reconoce la existencia de otras normas de carácter legal y moral cuyo espíritu amplía el de las presentes.(página 11).
Al considerar el IMCP que las reglas establecidas en el  código son mínimas y reconocer que existen normas morales superiores se refuerza la idea de que el Contador Público debe basar su actuación en lo que es su deber moral.
Por ello el profesionista contable debe  aprender y en su caso las escuelas de nivel superior deben enseñar, la parte filosófica, doctrinal y humana de la ética, la moral y el alma. Debe poner como fin último para la toma de decisiones, sus principios religiosos y morales, aún anteponiéndolos a los referentes a su ética profesional.


¿Y si durmieras? ¿Y si en tu sueño, soñaras? ¿Y si soñaras que ibas al cielo y allí recogías una extraña y hermosa flor? ¿Y si cuando despertaras tuvieras la flor en tu mano? ¿Ah, entonces qué? (Coleridge, Samuel Taylor).

martes, 9 de diciembre de 2014

El Grano de Café

¿Cuál es tu actitud frente a las adversidades de la vida?
¿ Qué actitud tomas frente a las adversidades de la vida?

Una hija se quejaba con su padre acerca de la vida y se lamentaba de que las cosas no le salían bien.
No sabía cómo hacer para seguir adelante pues sentía desfallecer y se iba a dar por vencida.
Estaba cansada de luchar y luchar, sin obtener ningún resultado.
Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó al lugar de trabajo.
Allí tomó tres ollas con agua y las colocó en el fuego.
Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo.
 En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café.
 Las dejó hervir.
Sin decir una palabra, solo miraba y le sonreía a su hija mientras esperaban
La hija se impacientaba, preguntándose que estaría haciendo su padre.
A los 20 minutos el padre apagó el fuego.
Sacó los huevos y los colocó en un recipiente, sacó las zanahorias y las puso en un plato y finalmente, colocó el café en un tazón.

Mirando a su hija le dijo: Querida ¿Qué ves?
“Huevos, zanahorias y café”
Fue su respuesta.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas.
Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera, después de quitarle la cáscara, observó que el huevo estaba duro.
Luego le pidió que probara el café, ella sonrió mientras disfrutaba de una exquisita taza de la deliciosa bebida.
Sorprendida e intrigada la hija preguntó: ¿Qué significa todo esto, padre?
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: ¡agua hirviendo!
Sólo que habían reaccionado en forma diferente.

La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después  de pasar por el agua hirviendo se había hecho blanda y fácil de deshacer.
Los huevos habían llegado al agua frágiles, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en el agua hirviendo, se había endurecido.
Los granos de café,  sin embargo eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.



Cuál de los tres elementos eres tú? Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes?
Le preguntó a su hija.
¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero cuando la fatalidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?

¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable, con un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación o un despido se ha vuelto duro e inflexible?
Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargada y rígida, con un espíritu y un corazón endurecido?
¿O eres un grano de café?

El café cambia al agua hirviendo,  el elemento que le causa dolor.
Cuando el agua llega al punto
Máximo de ebullición el café alcanza su mejor sabor y aroma.

Ojalá logres ser como el grano de café, que cuando las cosas se pongan mal, tú puedas reaccionar en forma positiva, sin dejarte vencer por las circunstancias y hagas que las cosas a tu alrededor ¡mejoren!

Que ante la adversidad exista siempre una luz que ilumine tu camino y el amor de DIOS llene tu corazón para que lo compartas con las personas que te rodean y que puedas siempre esparcir e irradiar fuerza, optimismo y alegría como el “grato aroma del café”...


Pido a DIOS que nunca pierdas la esencia limpia de su amor y que te permitirá superar cualquier obstáculo victoriosa y exitosamente......

martes, 2 de diciembre de 2014

“Saberse nada delante de Dios”

TEXTOS DE SAN JOSEMARÍA
“Saberse nada delante de Dios”
Es muy grande cosa saberse nada delante de Dios, porque así es. (Surco, 260)

Déjame que te recuerde, entre otras, algunas señales evidentes de falta de humildad:
–pensar que lo que haces o dices está mejor hecho o dicho que lo de los demás;
–querer salirte siempre con la tuya;
–disputar sin razón o –cuando la tienes– insistir con tozudez y de mala manera;
–dar tu parecer sin que te lo pidan, ni lo exija la caridad;
–despreciar el punto de vista de los demás;
–no mirar todos tus dones y cualidades como prestados;
–no reconocer que eres indigno de toda honra y estima, incluso de la tierra que pisas y de las cosas que posees;
–citarte a ti mismo como ejemplo en las conversaciones;
–hablar mal de ti mismo, para que formen un buen juicio de ti o te contradigan;
–excusarte cuando se te reprende;
–encubrir al Director algunas faltas humillantes, para que no pierda el concepto que de ti tiene;
–oír con complacencia que te alaben, o alegrarte de que hayan hablado bien de ti;
–dolerte de que otros sean más estimados que tú;
–negarte a desempeñar oficios inferiores;
–buscar o desear singularizarte;
–insinuar en la conversación palabras de alabanza propia o que dan a entender tu honradez, tu ingenio o destreza, tu prestigio profesional...;
–avergonzarte porque careces de ciertos bienes... (Surco, 263)