miércoles, 18 de junio de 2008

Rescatarán barcos en aguas de la Isla de sacrificios

Rescatar embarcaciones que han permanecido sumergidas durante siglos en las profundidades del mar. Ese es el objetivo de uno de los proyectos que el INAH tiene planeado realizar en breve en la Isla de sacrificios, en el puerto de Veracruz.
La idea —explicó Fernando Pérez Vignola, director del INAH en el estado— es realizar arqueología subacuática alrededor de toda la playa, donde sabemos hay navíos.
Explicó que los trabajos se realizarían bajo la supervisión de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, esto luego de los graves daños que personas no autorizadas han hecho al arrecife y que provocó que durante un tiempo se impidiera la llegada a la isla. “Tendrá que haber mucho cuidado en la exploración e investigación que se haría alrededor de toda la playa”, señaló Vignola.
—La arqueología acuática, una de las grandes carencias del INAH…
—Lo que sucede es que es un trabajo muy especializado. En México, la riqueza patrimonial subacuática es tal, que rebasa por mucho la posibilidad de ser atendida de manera eficiente por el personal capacitado.
Ellos son muy entusiastas, pero tienen que ir trabajando poco a poco en los lugares que consideran prioritarios. (Carlos Aguilar)

lunes, 2 de junio de 2008

La Arqueología en la Isla de Sacrificios.

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900-1521      D.C.                       British Museum, Londres
Ornamentos de hueso, Isla de Sacrificios

Desde la época prehispánica los habitantes de la región de Veracruz utilizaban la Isla de Sacrificios para efectuar adoraciones y ceremonias. Se han encontrado numerosos vestigios arqueológicos que incluyen entierros y restos de basamentos piramidales de templos totonacas.

La isla de Sacrificios permanece como nave verde siendo el faro su mástil central. Isla cercana, a la mano, que se antoja visitarla cruzando el mar a nado. Los pobladores prehispánicos lo atravesaban a bordo de naves de fondo plano, pequeñas, como la representada en la lámina del códice “Nuttall”. En días luminosos los antiguos costeños cumplían con el ritual de llevar a la isla los huesos ya descarnados de sus soberanos. Se calculaba que a los cuatro años de la inhumación de un jerarca sus restos óseos podían inhumarse por segunda vez y los trasladaban a la isla situada al oriente porque el sentimiento era de que el jefe venerado estaría más cerca del saludo matinal de la deidad solar. A bordo de una nave atravesaban el tramo marino, jícara de verde hermoso como la esmeralda. Ahí quedaron muchos restos en espera de los arqueólogos del futuro.